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POR JESÚS DE LA ROSADespués de fracaso de la
invasión del 14 de Junio de 1959, dos dirigentes del Movimiento Popular
Dominicano (MPD) decidieron ponerle fin a su largo exilio para
trasladarse a la República Dominicana y encabezar desde aquí una lucha
política contra el régimen de Trujillo.
En efecto, el 4 de junio
de 1960, sin ninguna garantía que los amparara, arribaron a Ciudad
Trujillo procedente de La Habana los señores Máximo Antonio López Molina
y Andrés Marcelino Ramos Peguero.
Máximo Antonio López Molina,
aunque nativo de San Pedro de Macorís, se había educado en Puerto Plata.
En 1949, fue condenado a 20 años de prisión por formar parte del frente
interno que apoyó el desembarco de Luperón. Luego de ser indultado, se
exilió en Cuba donde residió por años. Siempre a favor de los más
desposeídos, Máximo Antonio López Molina participó activamente en las
luchas populares que contribuyeron al derrocamiento de la dictadura
trujillista. Completamente apartado de la vida pública, el otrora líder
de la extrema izquierda reside en París desde finales de la década de
los años sesenta.
Andrés Marcelino Ramos Peguero nació en Santo
Domingo. Por años residió en Cuba. Alcanzó el rango de capitán en el
ejército rebelde de Fidel Castro. Después de participar en las jornadas
de luchas contra Trujillo y contra los remanentes de la dictadura,
finalizada la Guerra de Abril del 1965, Andrés Marcelino Ramos Peguero
fue detenido por la Policía balaguerista y desterrado del país. Regresó
clandestinamente en mayo de 1969. Meses después de su llegada, fue de
nuevo apresado. Murió, en 1970, asesinado en el penal de La Victoria por
un conocido esbirro del gobierno de los doce años.
Diferente a
lo que ocurre cada 5 de julio, día en que los dirigentes del Partido
Revolucionario Dominicano (PRD) conmemoran la llegada del exilio de
Nicolás Silfa, Ramón Castillo y Ángel Miolán, la fecha de arribo al país
de los dirigentes del MPD Máximo López Molina y Andrés Marcelino Ramos
Peguero no se celebra.
A Máximo Antonio López Molina y a Andrés
Marcelino Ramos Peguero no se les ha acreditado su sacrificio, su valor y
su devoción a la causa que defendieron.
Tan pronto pisaron
suelo dominicano, Máximo Antonio López Molina y Andrés Marcelino Ramos
Peguero emprendieron la difícil tarea de organizar aquí un partido
político de filiación socialista llamado Movimiento Popular Dominicano
(MPD) con mira a desalojar a Trujillo del poder e instalar un gobierno
democrático.
No estaría de más señalar que antes de la venida de
esos dos dirigentes del MPD al país, Trujillo había enfrentado con
éxito los desembarcos de Luperón, Constanza, Maimón y Hetero Hondo
organizados por exiliados antitrujillistas que contaban el apoyo de
gobiernos como el de Venezuela y el de Cuba de mucho poder e incidencia
en el área.
Si hombres bien entrenados y bien armados no había
podido tumbar a Trujillo, ¿cómo era que los ajetreos de dos señores
venidos del exilio, y, por peores señas, pobres y descalzados, iban a
derrocar al tirano?
Como veremos más adelante, el Movimiento
Popular Dominicano bajo la dirección de Máximo Antonio López Molina y
Andrés Marcelino Ramos Peguero logró nuclear a su alrededor la lucha
popular contra el tirano en los años finales de la dictadura.
El
día de su llegada al país, López Molina y Ramos Peguero fueron
recibidos en el aeropuerto Generalísimo Trujillo (aeropuerto José
Francisco Peña Gómez) por sus familiares y amigos. En esa terminal aérea
no confrontaron ningún inconveniente con los agentes de seguridad del
tirano que los vigilaban de cerca y que se mantuvieron atentos a todos
sus movimientos. De ahí, el grupo se dirigió a la residencia de la madre
de López Molina, Ángela Molina viuda López, en la calle Julia Molina
(calle Manuela Diez) donde López Molina y Ramos Peguero pernoctaron.
Días
después, haciéndose pasar como comerciantes exportadores, Máximo López
Molina y Andrés Ramos Peguero alquilaron una casa de concreto de dos
plantas propiedad del señor Luis E. Lavandier, localizada en la avenida
José Trujillo Valdez número 12. Después de habérsela alquilado, tal vez
para curarse en salud, el propietario de ese inmueble le envió un
telegrama a Trujillo haciéndole saber al tirano que un grupo de media
docena encabezado por Andrés Ramos Peguero, hijo de Francisco Ramos
Rojas, del movimiento que alardea de opositores, se han metido
violentamente en mi casa de la avenida José Trujillo Valdez número 12
con fines de actividades y prédicas atitrujillistas.
Desde los
balcones de esa residencia, a través de altoparlantes, Máximo López
Molina y Andrés Ramos Peguero se dirigían a los transeúntes que pasaban
por allí, instándolos a unirse a la lucha contra Trujillo. En principio,
eran muy pocas las personas que se arriesgaban a detenerse frente a ese
local o a pararse en sus cercanías para escuchar las prédicas
antitrujillistas de esos dos recién venidos del exilio. En la medida en
que fueron pasando los días, la gente fue perdiendo el miedo, y, en
cuestión de semanas, los oyentes del nuevo Evangelio llegaron a contarse
por centenares.
Las alocuciones de los emepedeístas venidos del
exilio comenzaban a las nueve de la mañana y terminaban al caer la
tarde. Los dominicanos que pasaban a esas horas por el frente o por los
alrededores de la casa número 12 de la avenida José Trujillo Valdez
disfrutaban de la oportunidad de escuchar de viva voz noticias que aquí
no se publicaban sobre denuncias de violaciones y crímenes cometidos por
Trujillo.
Tratando de contrarrestar el auge de los del MPD, los
del servicio de inteligencia militar de Trujillo pusieron a correr la
especie de que el Movimiento Popular Dominicano era un gancho y que
sus dirigentes eran unos comunistas renegados convertidos en agentes de
Trujillo. Que ni Máximo López Molina ni a Andrés Ramos Peguero les
pasaría nada; pero, que los incautos que se inscribieran en el MPD irían
a parar a las cárceles delatados por esos dos exiliados. Aunque en
principio causó ciertas suspicacias entre la gente, la campaña de esos
detractores trujillistas fracasó.
Al mes de su llegada al país,
Máximo Antonio López Molina y Andrés Marcelino Ramos Peguero fueron
invitados por Trujillo a una reunión en el Palacio Nacional para tratar
asuntos relacionados con el funcionamiento de la democracia en República
Dominicana. El 6 de julio de 1960, esos dos dirigentes del MPD
acudieron a la cita pero no fueron recibidos por el dictador en persona
sino por el señor Francisco Prats Ramírez, quien, en nombre de Trujillo,
les expuso los deseos del dictador de darle paso a una democracia.
También les dijo que Trujillo tenía interés en que el MPD participara en
una elecciones parciales que se habrían de celebrar en diciembre de
1960. Máximo Antonio López Molina y Andrés Marcelino Ramos Peguero le
hicieron saber al funcionario palaciego que estaban dispuesto a
participar en esos comicios siempre que el gobierno de Trujillo
dispusiera de la libertad de los presos políticos y que propiciara un
clima de libertades públicas.
La aceptación popular que llegó a
tener el MPD dio motivo a que muchos observadores internacionales
llegarán a pensar que Trujillo podría ser derrocado por un movimiento
popular.
Era que algo muy serio ocurría a diario al frente y en
los alrededores de la casa nacional del Movimiento Popular Dominicano:
cientos de personas, desafiando el terror trujillista, se paraban ahí
todos los días para escuchar las alocuciones de López Molina y de Ramos
Peguero.
Los consulados de Trujillo en el exterior pronto se
vieron colmados de solicitudes de exiliados políticos exigiendo
garantías y solicitando pasaportes para regresar al país.
EL MPD LLEGA AL PAÍS
Fue
a partir de la venida al país del Movimiento Popular Dominicano que las
actividades antitrujillistas adquirieron un carácter de masa. Esto
preocupó mucho a los norteamericanos que no deseaban que Trujillo fuera
derrotado por un movimiento popular parecido al que encabezó Fidel
Castro y que dio al traste con la dictadura de Fulgencio Batista. Por
ello, los líderes estadounidenses procuraron siempre que fueran sólo
unos cuantos conspiradores quienes le ajustaran las cuentas a Trujillo.
La
tarde del 22 de junio de 1960, apareció en los balcones de la casa
nacional del MPD un joven para denunciar ante la opinión pública
nacional e internacional las torturas a las que había sido sometido
durante su cautiverio en la cárcel llamada la 40. Se trataba de Ramón
Emilio Feliú, quien había sido condenado meses antes a 30 años de
prisión por su participación junto a otros en la colocación de bombas en
el mercado Modelo y en otros sitios públicos e indultado ese día. Del
penal de La Victoria, el joven antitrujillista se dirigió a la casa
número 12 de la José Trujillo Valdez a unirse al programa de denuncias
que contra Trujillo llevaban a cabo los del MPD. Desoyendo los consejos
de López Molina de que al menos por una noche pernoctara en el local del
partido de oposición, Ramón Emilio Feliú después de terminar su
discurso optó por marcharse. A unas cuantas cuadras del local del MPD,
Feliu fue detenido por agentes del Servicio de Inteligencia Militar y
conducido de nuevo a la cárcel de la 40. Tan pronto se enteraron del
apresamiento de Ramón Emilio Feliu, los del MPD organizaron un piquete
frente a la oficina del Servicio de Inteligencia Militar demandando la
libertad de éste. Pero, todo resultó inútil. Feliú fue asesinado el
mismo día en que lo detuvieron.
Fue a través de los altoparlantes
instalados en los balcones de la casa nacional del MPD que aquí se pudo
saber de los pormenores y resultados de la VI Reunión de Consulta de
Ministros de Relaciones Exteriores que se celebró en San José de Costa
Rica, del 17 al 20 de agosto de 1960 para conocer de las implicaciones
de Trujillo en el atentado perpetrado contra el presidente de Venezuela,
Rómulo Betancourt, el 24 de junio de 1960.
La mañana del 21 de
agosto de 1960, cientos de personas aglomeradas frente al local del MPD
pudieron oír la voz templada de Máximo López Molina cuando clamaba:
¡Atención pueblo dominicano¡ ¡tención Pueblo dominicano! Llegó la hora
de la verdad y de la justicia. La VI Reunión de Consulta de Ministros de
Relaciones Exteriores que se celebró el pasado fin de semana en San
José de Costa Rica condenó a Trujillo por su implicación en el atentado
contra el presidente venezolano Rómulo Betancourt y, asimismo, llegó a
la conclusión de que: primero, el atentado contra la vida del señor
presidente de Venezuela perpetrado el 24 de junio de 1960 fue un
episodio de un complot fraguado en la República Dominicana para derrocar
al gobierno de ese país; segundo, los implicados en ese atentado
recibieron apoyo moral y ayuda material de altos funcionarios del
gobierno de la República Dominicana; y, tercero, esa ayuda consistió en
brindar a los inculpados facultades para viajar y residir en la
República Dominicana. Y, en atención al artículo 19 de la Carta de la
Organización de Estados Americanos (OEA) y en virtud de lo dispuesto en
el artículo 8 del Tratado de Asistencia Reciproca de Río de Janeiro, la
OEA acordó aplicar las siguientes medidas: a) ruptura de relaciones
diplomáticas de todos los gobiernos de los países miembros de la OEA con
el gobierno de la República Dominicana; b) interrupción parcial de las
relaciones económicas y comerciales de todos de todos los gobiernos de
los países miembros de la OEA con el gobierno dominicano, comenzando por
la suspensión inmediata del comercio de armas e implementos de guerra
de toda especie; y c) facultar al Consejo de la OEA para que dejar sin
efecto las medidas adoptadas en el momento en que considere que el
gobierno de la República Dominicana haya dejado de constituir motivo de
peligro para la paz y seguridad del continente.
Mientras la radio
televisora La Voz Dominicana propiedad de Petán Trujillo, hermano del
dictador, informaba acerca de supuesto triunfo de la diplomacia
dominicana en la Conferencia de San José e instaba a la población a
darle un recibimiento apoteósico a su regreso al país al Canciller
Porfirio Herrera Báez y al Embajador ante la OEA Virgilio Díaz Ordóñez,
los dirigentes del MPD informaban con lujo de detalles lo que realmente
ocurrió en ese cónclave internacional; que el gobierno dominicano fue
condenado por su participación en el atentado contra la vida del
presidente Rómulo Betancourt
Después de la condena de la OEA al
régimen de Trujillo, las aglomeraciones de personas opositoras a
Trujillo frente a la casa nacional del MPD continuaron con más ímpetus.
EL LOCAL DEL MPD ARRAZADO
Frente
al inesperado poder de convocatoria y de movilización popular
demostrado por los del MPD, Trujillo parecía estar a la defensiva. El
dictador, herido en su orgullo, dispuso el asalto y la destrucción de
los enseres de la casa nacional del MPD. En efecto, la mañana del
viernes 24 de junio de 1960, agentes de seguridad y miembros de las
Fuerzas Armadas vestidos de civil, haciéndose acompañar de reconocidos
delincuentes se dispusieron a asaltar la sede del MPD. Los dirigentes de
ese partido no se amilanaron, entraron y opusieron resistencia lo que
dio lugar a una batalla campal a tiros, palos y botellazos que duró 10
horas entre trujillistas y opositores a Trujillo en la que más de 15
personas resultaron gravemente heridas. Algunos de los militantes del
MPD fueron arrastrados por las calles por los agentes de seguridad del
régimen, lo que dio motivo a más protestas de parte de los vecinos del
lugar.
Una semana después, el barrio de los Pepines de la ciudad
de Santiago fue escenario de enfrentamientos similares a los ocurridos
en la capital entre policías y opositores al régimen de Trujillo.
Sin
lugar a dudas, las protestas y movilizaciones de los del MPD contra el
régimen de Trujillo contribuyeron mucho más que las invasiones a la toma
de conciencia del pueblo dominicano en el sentido de hacerles ver a las
gentes que Trujillo debía y podía ser derrocado.
A Máximo
Antonio López Molina aquí nadie lo recuerda. Tampoco aquí nadie sabe a
dónde fueron a dar los huesos de Andrés Marcelino Ramos Peguero. Y es
que somos así y así somos.
http://hoy.com.do/1960-la-tea-del-mpd-en-las-calles-de-santo-domingo-2/
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PERIODISMO DOMINICANO
Idel Moro es Lic. Ramon Nuñez Moreta - Periodista. egresado UASD.