Por César Medina.
Leonel
Fernández.- líder singular de un país sin liderazgos–, retrasó
indefinidamente un retorno que pudo serle auspicioso de haber usado con
Danilo Medina la inteligencia que constituye su mayor activo a partir de
su proverbial consigna:
¡La
antorcha no se arrebata, se pasa! Le faltó perspicacia y agudeza
políticas –factores que catapultaron su meteórico ascenso–, para lidiar
con el primer desafío real a su liderazgo de dos décadas, aunque ocho
años antes lo confrontó su principal promotor de antaño, el propio
Medina, con quien había compartido la dirección interna del partido.
Sus yerros
del último año han sido injustificados, inauditos, inexplicables en una
figura de su capacidad para proyectar su propio escenario, a no ser que
haya subestimado a Danilo y sobrevalorado sus propias posibilidades
cegado por un síndrome común a los liderazgos caudillistas.
Danilo
anticipó en 2008 que no estaba jugando y que su desafío al liderazgo de
Leonel era real: perdió la contienda interna –“me derrotó el Estado”,
dijo entonces–, pero no 90-10 como decía el oficialismo, sino 70-30.
La
victoria interna en el PLD no reflejó los cálculos del leonelismo, pero
aún así los estrategas del presidente no entendieron que se incubaba el
relevo. … Las ocupaciones en el gobierno no le permitieron a Leonel ver
más allá de una realidad que cuatro años después –ante el hecho
incontrovertible de que debía dar un paso al costado–, no le dejó otra
alternativa que la resignación a apoyar a Danilo, que en el mismo acto
de jura del poder soltó las muletillas y corrió con autonomía propia
como si se tratara de un acto de fanatismo religioso. …
No hizo
ningún caso Muchos amigos de Leonel le advirtieron en público o en
privado –entre ellos su entrañable Diandino Peña–, que debía moverse en
terreno pantanoso los meses previos al anuncio de Danilo en el sentido
de que optaría por otros cuatro años en el poder. Su incuestionable
inteligencia le decía que debía postergar aspiraciones propias. Otros le
sugirieron –y me cuento entre ellos–, que asumiera el liderazgo del
partido y propusiera él la reelección ante la gran popularidad de
Danilo, pero prefirió la confrontación desigual que lo llevó a una
previsible derrota en la reunión del Comité Político del 19 de abril en
Juan Dolio. En aquella ocasión los votos se contaron con muchos días de
antelación y se sabía que el mejor escenario de Leonel lo desfavorecía
en proporción de 25-10 entre los 35 miembros de ese órgano peledeista.
Con
testarudez inaudita se fue a la votación… Y ese día comenzó el principio
del ocaso de un liderazgo que merecía mejor final. Lo peor está por
verse… De no corregir el rumbo, lo peor para Leonel está por llegar… Ya
no le basta acercarse inteligentemente a Danilo, sino que necesita
urgentemente limpiar un entorno que agrava su situación y amenaza con
dejarlo solo.
La
arremetida contra los más destacados miembros de su círculo de prensa
–Pedro Caba, Puello Báez, Deláncer, Orión, Tineo–, es el producto de una
“asesoría” más terca que la pata de mula mañosa.
A Leonel
le conviene salirse por un buen tiempo del foco público, recuperar a sus
amigos y colaboradores–hasta donde eso sea posible–, y empujar la
alternativa de Margarita… ¡… No le queda de otra!
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PERIODISMO DOMINICANO
Idel Moro es Lic. Ramon Nuñez Moreta - Periodista. egresado UASD.