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Las elecciones en tiempos de Leonel Fernández
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Introducción
Después de la muerte de Trujillo, en República
Dominicana se celebraron las primeras elecciones libres y democráticas
el 20 de diciembre de 1962. Fueron ganadas con una diferencia de más 310
mil votos por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y su líder de
entonces, el profesor Juan Bosch. Viriato Fiallo y la Unión Cívica
Nacional (UCN) aceptaron su derrota y no hablaron de fraude, ni hubo
impugnaciones.
Pasada la guerra civil de 1965, se celebraron
nuevas elecciones el primero de junio del año siguiente; en ellas
participaron Bosch, por el PRD, y Joaquín Balaguer, por el recién
fundado Partido Reformista. Las elecciones se realizaron estando el país
ocupado por las tropas norteamericanas que lo invadieron el 28 de abril
de 1965 para impedir el restablecimiento del gobierno democrático
derrocado en septiembre de 1963. Las elecciones del primero de junio de
1966 fueron ganadas por Balaguer, pero Bosch las calificó de
fraudulentas. Una de las modalidades del fraude electoral consistió en
el uso del terror contra Bosch. Mientras Balaguer recorría el país
protegido por soldados norteamericanos, Bosch se limitó al uso del
programa radial del PRD porque temía hacer campaña directamente con el
pueblo. Balaguer y su partido ganaron las elecciones con más de 250 mil
votos de diferencia.
El 16 de mayo de 1968 se celebraron elecciones
municipales para elegir nuevos síndicos y regidores. En esas elecciones
parciales no participó el PRD porque Bosch había ordenado su abstención.
El Partido Reformista ganó con amplio margen las elecciones municipales
y sólo en Navarrete se denunciaron irregularidades, lo que motivó a la
Junta Central Electoral a celebrar nuevas elecciones en ese municipio
que de todas maneras fueron ganadas por el partido gobernante.
Durante los 12 años de Balaguer, se celebraron
elecciones en 1970, en 1974 y en 1978. En las de 1970 y 1974, Balaguer
se reeligió cómodamente porque, siendo Bosch el líder de la oposición,
las llamó "matadero electoral". En las elecciones de 1970 hubo
abstención total de la oposición y en las de 1974 hubo un retiro de los
dos grandes bloques opositores que Bosch y Peña Gómez habían organizados
para enfrentar el continuismo impenitente del Presidente Balaguer.
En las elecciones de 1978, el desgaste del
gobierno se combinó con factores externos desfavorables y Balaguer fue
derrotado. Las viejas prácticas fraudulentas y los arrebatos de
candidaturas triunfantes a nivel congresual matizaron los intentos del
balagerismo por retener el poder ilegalmente, poniendo nuevamente al
país "al borde del caos".
Un nuevo ciclo democrático se inauguró en toda
América Latina con la victoria electoral de Antonio Guzmán y el PRD en
1978. Dos nuevas elecciones presidenciales se celebraron durante los
gobiernos del PRD. En las de 1982 participaron tres fuerzas políticas
bien diferenciadas entre sí. Bosch fue postulado por su nuevo partido,
el PLD; Balaguer por el Partido Reformista y el PRD postuló a Salvador
Jorge Blanco, quien ganó las elecciones. Sus resultados fueron aceptados
por la oposición y nadie habló de fraudes.
Tampoco hubo fraude en las elecciones de 1986,
cuando Balaguer retornó al poder. Lo que sí es objeto de debates todavía
es el destino de más de 80 mil votos emitidos a favor de Jacobo
Majluta, candidato presidencial del PRD, quien fue postulado también por
un movimiento externo llamado La Estructura. Los votos a favor de ese
movimiento no se le sumaron al candidato del PRD porque la Comisión de
Asesores Electorales y la JCE alegaron un doble rayado en su boleta y
decidieron otorgarle el triunfo al doctor Balaguer.
Con el retorno de Balaguer al poder volvió también
la época de los fraudes electorales, ahora más escandalosos que los
cometidos en la época de los 12 años. Balaguer estaba viejo, cansado y
ciego y pensaba morir en el poder. En 1990 hizo malabares para retener
el poder mediante un fraude que Bosch llamó colosal. Incluso, con
relación al tema del fraude, uno de sus discípulos publicó luego un
libro titulado "Origen de un poder usurpado".
Pero el padre de todos los fraudes en tiempos de
Balaguer ocurrió en las elecciones de 1994 contra Peña Gómez. Las
pruebas abundan tanto como las flores en primavera. El país volvió a
vivir un ambiente de guerra civil y si no estalló fue por la rápida
intervención de los poderes fácticos, que apadrinaron unas aceleradas
negociaciones políticas que terminaron con el "Pacto por la Democracia",
donde se contempló, entre otros aspectos, la celebración de nuevas
elecciones dos años después.
En las elecciones de 1996 hubo dos vueltas
electorales, cuyos resultados fueron aceptados por todos los
participantes. Nadie habló de fraude, nadie impugnó sus resultados.
Parecería que las viejas modalidades de los fraudes anteriores habían
desaparecidos.
En las elecciones parciales de 1998, siendo Leonel
Fernández el nuevo Presidente de la República, no hubo fraude; tampoco
en las presidenciales del año 2000 ganadas por Hipólito Mejía y el PRD.
Dos años después hubo elecciones de medio término y las denuncias de
fraude se limitaron a la provincia de Santiago de los Caballeros, hechas
por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). En el año 2004,
Leonel Fernández y el PLD arrasaron en las elecciones, volvieron al
poder y nadie habló de fraude. Incluso, se recuerda que una hora
después, el Presidente Mejía reconoció su derrota electoral, en un gesto
nunca visto en el país.
Seis procesos electorales se habían celebrado en
República Dominicana, entre 1996 y 2004, sin que asomaran viejas o
nuevas expresiones fraudulentas. Que todos los partidos políticos
aceptaran los resultados de esas seis elecciones sin graves denuncias de
fraudes y sin impugnaciones, de seguro que fue uno de los grandes
aportes a la transparencia electoral conquistado con el "Pacto por la
Democracia", del 10 de agosto de 1994. Ese acuerdo desmanteló el sistema
político y judicial del balaguerismo que se nutría en cada elección
recurriendo a diversos tipos de fraudes.
Sin embargo, en las elecciones municipales y
congresuales del año 2006, estando Leonel Fernández y el PLD en poder
por segunda ocasión, volvieron las denuncias de fraudes por parte de los
partidos mayoritarios de la oposición que participaron aliados en esos
comicios.
Las elecciones parciales de 2006
Las elecciones intermedias de 2006 serían una
segunda oportunidad para el proyecto totalitario que ya había concebido
la cúpula del PLD. El Congreso y los ayuntamientos eran controlados, en
su mayoría, por el PRD desde 1998. De manera que desalojar al principal
partido opositor de esos órganos estatales, era crucial para la nueva
estrategia del partido gobernante.
En los meses de la campaña electoral, los
principales partidos contendientes vivían situaciones diferentes. El PLD
había retornado al poder después que arrasó en las elecciones
nacionales de 2004. Su Presidente y líder, Leonel Fernández aún gozaba
de mucha popularidad debido a su capacidad histriónica y el manejo de
cifras relacionadas con la situación económica del país y del mundo. En
su discurso de rendición de cuentas, pronunciado ante la Asamblea
Nacional el 27 de febrero de 2006, dijo que el año 2005 sería
"reconocido en la historia nacional como el Año de la Recuperación",
aportando de inmediato las acostumbradas cifras infladas que en marzo de
cada año resume y publica el Banco Central de República Dominicana.
El PRD había retornado a la oposición, aunque
tenía aún mayoría en el Congreso y en los ayuntamientos. Arrastraba la
derrota electoral de 2004 y la población todavía no olvidaba el desastre
institucional y económico ocurrido en los dos últimos años del gobierno
de Hipólito Mejía, quien prohijó una reforma constitucional muy
cuestionada en julio de 2002 para restablecer la reelección presidencial
consecutiva, provocando así una nueva división en el PRD. En marzo de
2003 estallaron los escándalos de los fraudes bancarios que ahondaron la
crisis social y económica de millones de dominicanos, circunstancias
que vinieron a favorecer al PLD en las elecciones presidenciales del año
siguiente.
Por su parte, el PRSC había obtenido una votación
muy baja, cuando presentó al ex senador por Santiago, Eduardo Estrella,
candidato a la presidencia en las elecciones de 2004. Desde que fue
echado del poder en 1996, el PRSC ha sido, según el fenecido Font
Bernard, "la hoja seca desprendida de un árbol otoñal". En la segunda
vuelta electoral de 1996 apoyó al PLD mediante un pacto para cerrarle el
paso al "camino malo" que, según un eslogan de Balaguer, lo
representaba la candidatura de Peña Gómez. En las primeras elecciones
parciales de 1998, celebradas después de la reforma constitucional de
1994, el PRSC perdió su hegemonía en el Congreso y los ayuntamientos del
país; quedó relegado a un lejano tercer lugar, al obtener el 16 por
ciento de los votos, 17 diputados y 2 senadores. En las elecciones
presidenciales de 2000, llevando por última vez a su líder histórico
como candidato, prácticamente quedó empatado en el segundo lugar con el
PLD, al obtener algo más del 24 por ciento de los votos. En las
elecciones de 2002, estando Balaguer vivo todavía, retornó al tercer
lugar, sacando 37 diputados, 2 senadores y 11 síndicos. Balaguer murió
el 14 de julio de 2002, dejando a su partido huérfano de un auténtico
liderazgo de relevo. Tras la muerte del nonagenario caudillo colorao, el
PRSC jamás ha tenido cohesión interna. En las presidenciales de 2004
presentó a Eduardo Estrella, sacando un 8.6 por ciento, su votación más
baja hasta entonces. Se recuerda que un sector importante del PRSC,
derrotado en las primarias internas de 2003, se alió al PLD y desde
entonces ha sido bautizado el partido "bisagra" o la "carnada de otros
partidos".
En las elecciones de medio término de 2006, el PLD
buscaba afianzarse en el poder. A pesar de que en las cámaras
legislativas, todavía controladas por el PRD, se habían aprobado dos
reformas tributarias millonarias, un acuerdo Stand-by con el FMI, las
renegociaciones de la deuda externa y dos proyectos de presupuestos, el
partido de gobierno aún no se sentía seguro y no confiaba en el
equilibrio de poderes que debe regir la vida democrática de la nación.
Para arrasar en las elecciones, era necesario recurrir a todas las
manipulaciones posibles porque en la actividad política, según los
discípulos de Juan Bosch, "todo es válido y se hace lo que conviene". En
los meses previos al 16 de mayo de 2006, la alta dirigencia del PLD
aplicará un nuevo esquema fraudulento que será seguido, corregido y
ampliado en las venideras elecciones de 2008, 2010 y 2012.
Entre las nuevas modalidades fraudulentas observadas en las elecciones de 2006 se citan:
(a) un intenso tráfico de electores que fueron
"trasladados", por conveniencia, de una provincia a otra, dependiendo de
las debilidades o fortalezas de los candidatos oficialistas. Por
ejemplo, se conocieron los casos de 6 mil 887 cambios de empadronamiento
electoral registrados en los meses previos a las votaciones y el de
unas 80 personas que "trasladaron" su residencia a una misma calle.
Otros 172 mil electores, según Agripino Núñez Collado, fueron
"dislocados" o cambiados de sus lugares de votación "sin su
consentimiento";
(b) la compra de delegados de los partidos
opositores para que firmaran en blanco las actas correspondientes y se
ausentaran de los recintos al momento del conteo de los votos;
(c) colocar dos dirigentes del PLD, bien
identificados, frente a los centros de mayor concurrencia de votantes;
uno de ellos observaba a las personas visiblemente más pobres y
auxiliándose de una laptop, verificaba que no era un simpatizante del
PLD y de inmediato le ofrecía una suma de dinero para que se abstuviera
de votar;
(d) según el testimonio del Víctor Gómez Bergés,
candidato a Senador por la provincia Santo Domingo, "otra acción
fraudulenta" consistió en desmontar "urnas falsas" de vehículos, acción
que la atribuye al Secretario de un Colegio Electoral del municipio
Santo Domingo Norte, las que fueron mostradas a los "observadores
extranjeros, quienes nada hicieron"; y
(e) el secuestro de autoridades electorales, o la
amenaza velada de represión y muerte, para provocar las pérdidas o
extravíos de actas electorales con resultados desfavorables al partido
de gobierno.
Entre las nuevas expresiones del fraude que se combinaron con las viejas, citamos:
(a) el uso avasallante de los recursos públicos a favor de los candidatos del gobierno;
(b) la compra de personajes de la oposición, vía el transfuguismo o la sonsaca, que se "pasaban" al PLD;
(c) la ampliación de los programas sociales de ayudas a miles de personas pobres;
(d) la descalificación de los contrarios mediante el recurso de la campaña sucia o negativa;
(e) el descuartizamiento del PRSC;
(f) la neutralización de miles de simpatizantes del PRD; y
(g) la producción de un nivel de propaganda próximo a la inundación.
Para viabilizar su estrategia y darle apariencia
de fortaleza, el PLD se ganó el apoyo de numerosos grupos minoritarios,
enarbolando la consigna de "Un Congreso para el Progreso". Formaron
parte de la alianza, el Bloque Institucional Social Demócrata (BIS), la
Alianza por la Democracia (APD), la Unión Demócrata Cristiana (UDC), la
Fuerza Nacional Progresista (FNP), Partido Liberal de la República
Dominicana (PLRD), Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el
Consejo Presidencial Reformista (CPR), el Partido Reformista Popular
(PRP) y el Movimiento Izquierda Unida (MIU). Esa amalgama de grupos
conservadores, de derecha e izquierda, formaron el "Bloque Progresista".
Mientras el PRD y la franquicia PRSC formarían la
"Gran Alianza Nacional" (GANA), llamada también "Alianza Rosada", la
cual resultó un desastre en todo el país porque muchos dirigentes
provinciales y municipales de ambos partidos que fueron desplazados,
terminaron siendo postulados o atraídos por la "magia seductora" del
partido de gobierno.
Con un padrón de 5,369,064 votantes, unas 10 mil
personas en todo el país compitieron por 2,488 cargos a senadores,
diputados, síndicos, vice síndicos, regidores y suplentes de regidores.
El último boletín emitido por la JCE arrojó el siguiente resultado. El
total de votos municipales emitidos fue de 3,012,325, equivalentes al 56
por ciento del total de inscritos, para una abstención de un 44 por
ciento. El PLD y aliados sacaron 1,391,115 votos, para un 46 por ciento;
el PRD y aliados cosecharon 1,058,049 sufragios, para un 35 por ciento,
en tanto el PRSC y aliados computaron 425,562 votos, para un 14 por
ciento. El PLD ganó 67 sindicaturas, el PRD, 53 y el PRSC, 27.
En el nivel legislativo, donde siempre vota menos
gente, se emitieron 2,991,031sufragios, de los que el PLD obtuvo
1,556,331 votos, para un 52 por ciento; el PRSC sumó 697,152 votos, para
un 23 por ciento, mientras el PRD quedó en tercer lugar con 655,852
votos, para un 22 por ciento. El PLD obtuvo 22 senadores y 96 diputados;
el PRD 6 senadores y 60 diputados y el PRSC, 4 senadores y 22
diputados. En total se eligieron 32 senadores y 178 diputados.
Cuando en una contienda no se juega limpio, los
perdedores alegan la ocurrencia de algún tipo de trampa o fraude, pero
raras han sido las veces en que sus alegatos hayan prosperados, ya sea
mediante el recurso de la denuncia, demanda de anulación, revisión,
reconteo o la impugnación. El PLD y sus aliados arrasaron gracias a que
buscaron el apoyo de los líderes locales de los partidos de oposición
que se rindieron ante las tentaciones del poder. Una mayor compactación
de la oposición era la garantía para un mejor desempeño electoral.
Con las dos terceras partes del Senado y una
holgada mayoría en la Cámara de Diputados, el Presidente Fernández se
sintió más cómodo en su segundo período de gobierno. A partir del 16 de
agosto de 2006, cuando se inició la nueva legislatura, no serán
necesarios los acuerdos con la oposición que fueron tan frecuentes en
los dos primeros años de su segundo mandato. Se siente orondo y más
despejado para anunciarle al país sus nuevos planes de gobierno. El 27
de mayo, cuando ya se conocían los resultados preliminares de los
comicios, Fernández anunció que a partir de agosto iba a convocar a
todos los sectores del país para que "por consenso y con espíritu
democrático" se realizara otra reforma constitucional.
La victoria electoral del PLD y sus aliados fue un
espaldarazo al Presidente Fernández que durante toda la campaña se
lanzó a las calles para respaldar a sus candidatos, con todo el dinero y
la logística estatal. Tan pronto se conocieron los resultados
definitivos de las votaciones, el Presidente daba la impresión de que
había sido confirmado en el cargo. Era como un voto de confianza. Con la
mayoría en las cámaras legislativas, sometió un conjunto de leyes de
reformas institucionales, algunas de ellas sugeridas por organismos
financieros internacionales. El año concluyó con la aprobación de una
tercera reforma tributaria, más agresiva que las anteriores.
Muy pronto, los altos funcionarios del gobierno,
miembros también del Comité Político del PLD, iniciaron una frenética
campaña por la reelección presidencial. Se recuerda que en la reforma
constitucional de 1994, la reelección presidencial consecutiva quedó
prohibida, pero fue restablecida en la reforma del mes de julio de 2002
durante el gobierno de Hipólito Mejía. En realidad se trató de una
vuelta al pasado, de un retroceso político e institucional que originó,
en parte, la derrota electoral y la división del PRD en el año 2004 y,
desde luego, esa contra reforma despertó también la ambición
reeleccionista del Presidente Fernández de cara a las elecciones de
2008.
Autor: Filiberto Cruz Sánchez
http://www.elnuevodiario.com.do/app/article.aspx?id=338866
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31 de julio de 2013
Las elecciones en tiempos de Leonel Fernández
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PERIODISMO DOMINICANO
Idel Moro es Lic. Ramon Nuñez Moreta - Periodista. egresado UASD.