Por José Rivas.
No quiero, bajo ninguna circunstancias, hacer leña con el árbol caído. Pero si me quedo en silencio con la situación que vivió el presentador de noticias Roberto Cavada, creo que dejaría de aportar reflexiones sobre el accionar de ese personaje en los medios de comunicación de la República Dominicana.
Cavada, un antiguo compañero de trabajo en Telesistema, es una máquina de trabajo. El hombre es incansable y los logros que se plantea los alcanza aunque tenga que hacer de tripas corazones.
Junta a él vive grandes jornadas, que a pesar de que él y el inorgánico Miguel Febles (supuesto jefe de información de Telenoticias) maniobraron para la cancelación de un grupo de periodista, saben muy bien que también como reportero daba el cien por ciento para conseguir las mejores informaciones. La historia está ahí.
Pero volviendo al caso de Cavada y la violación que cometió a las disposiciones de la Junta Central Electoral, esa situación es la coronación del irrespeto que el extranjero, nacionalizado dominicano, tiene hacia sus compañeros y compañeras de trabajo, hacia el público, con la única finalidad de ganar rating.
En la sala de redacción es un negrero. Bipolar por excelencia e iracundo, que “aquerosea” a Valentín Báez, a Doña Martiza, a su aliado Febles y a cada uno de los reporteros y reporteras, a los camarógrafos y a cada uno de los empleados de planta de Telesistema. Ellos han sido víctimas de las malquerencias de Cavada, aunque nunca lo digan públicamente.
Sabemos que los medios de comunicación son un gran negocio. Que mientras más anuncios tenga el espacio, mayores beneficios tendrán los dueños y los allegados (Cavada se ufana en decir que es como un hijo de Pepín Corripio).
Como creo conocer mínimamente a Roberto, me atrevo a decir que por dos razones cometió la “novatada” de su vida en los medios de comunicación dominicanos. Primero: él habla hasta por los codos. Maneja de tal forma el discurso que el televidente queda “embobado” por las largas peroratas (como buen cubano) que cada noche monta en el 11. Pero el que habla mucho casi siempre pierde la coherencia, el se creyó que estaba botando la pelota por los 411.
Segundo: La cobertura que montaron no llegaba. Las transmisiones de sus reporteros tenían muchas dificultades técnicas. Las imágenes no eran limpias, contrario a lo que estaba pasando con la competencia. El hombre de la Habana se dio cuenta de eso y tenía que hacer un “morisqueta” para llamar la atención de alguien. Tenía que sonar y finalmente lo logro con la disposición oficial de Junta Central Electoral.
El fenómeno Cavada está montado en esa base. No importa que desinforme, que en vez de dar la noticia monte su “show” cada noche, que insulte y para llamar la atención tergiverse las informaciones y llegue ser irreverente ante las leyes dominicanas.
Por suerte para él, no está en Cuba. Donde el sistema lo “pondría” rápidamente en su lugar y a respetar la las leyes de esa gloriosa nación.
Ojala que algún día dejemos detrás el complejo de Guacaranix y quizás podríamos comenzar con Roberto Cavada
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PERIODISMO DOMINICANO
Idel Moro es Lic. Ramon Nuñez Moreta - Periodista. egresado UASD.