En el entendido de que estos datos son importantes y merecen ser difundidos , me permito publicar este trabajo de otros en mi pagina, indicando su fuente mas abajo.
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Diagnostico Partidos Politicos
1. Diagnóstico Unidad Partidos Políticos OPD-FUNGLODE
1. Antecedentes históricos>
Los partidos políticos constituyen un elemento fundamental para la consolidación y la calidad de la democracia.
Teorizados décadas y décadas por importantes pensadores (como Weber, Duverger, Michaels, Dahl y más recientemente Alcántara Sáez, Friedenberg, Espinal, entre otros), abarcan aspectos indispensables de la vida política.
Son mecanismos por medio de los cuales se accede al poder y se canalizan los intereses del pueblo.
Como condición mínima los partidos, siguiendo la línea de Giovanni Sartori, son la estructura intermediaria central entre la sociedad y el gobierno compuesto de grupos que compiten electoralmente por el poder.[1]
La ley electoral 275-97 define los partidos como: “toda agrupación de ciudadanos que se organice de conformidad con las disposiciones de la Constitución y las leyes, con el fin primordial de participar en la elección de ciudadanos aptos para cargos públicos y de propender a la realización de programas trazados conforme a su ideología particular, con el objetivo de alcanzar los puestos electivos del Estado.”
Los partidos políticos en la República Dominicana empiezan su desarrollo pleno después de la muerte del dictador Rafael L. Trujillo en 1961. Anteriormente, entre finales del siglo XVIII y todo el siglo XIX, las actividades de la vida partidaria dominicana han sido definidas como facciones o proto-partidos (Jiménez Polanco, Cedeño, Hartlyn). La razón principal era que carecían de estabilidad, de estructuras organizativas establecidas y de proyectos cohesivos a largo plazo. Estas organizaciones eran más bien resultados coyunturales por acceder al poder.
Cedeño, afirma que “los primeros partidos dominicanos hay que buscarlos en el presente siglo y más concretamente, después de la muerte de Trujillo.”[2] Igualmente, para Jiménez Polanco, los partidos políticos dominicanos en el siglo XIX eran facciones y “respondía[n] a una estrecha relación entre los conflictos militares y políticos: el triunfo político estaba generalmente precedido de una guerra victoriosa que impulsaba a los bandos militares a formar facciones o grupos, como si se tratase de una mercancía de su propiedad en la que apoyarse para conservar el poder.”[3]
Las agrupaciones partidarias de 1844 hasta finales de siglo, estuvieron formadas alrededor de caudillos como Pedro Santana y Buenaventura Báez y más adelante Ulises Heureaux (Lilís).
Se destacan: • Los liberales, que conformaban la facción de los azules y tenían ideales independentistas.
2. • Los conservadores, que conformaban la facción de los rojos, apoyaban el proceso anexionista.
• Los verdes surgieron de la escisión de los rojos, formado por Ignacio María González. Estaba compuesto por el ala “liberal” de los rojos y por la vertiente “reaccionaria” de los azules.[4] Según Polanco, “La participación política [de las facciones] no conllevaba, pues, a la organización de sectores en base a un programa de gobierno, unos estatutos, unos cuadros dirigentes, un registro de la militancia, etc.”[5] Por lo que no calificaban como partidos per se. A esto se le añade que las diferencias ideológicas entre estas agrupaciones no siempre fueron consistentes, ya que la lucha por el poder hacía que muchos buscaran concesiones entre ellos. Luego de la caída de la dictadura de Lilís, las luchas caudillistas continuaron, esta vez, dominadas múltiples facciones tales como: Bolos o jimenistas, colúos o robuses, colituertos o huérfanos, “partido” velazquista, “partido” legalista, “partido” Nacional, “partido” jimenista.
Estas agrupaciones tampoco son consideradas partidos políticos en su totalidad, ya que muchas carecían de una “base doctrinaria y tampoco respondían a intereses de clases…”[6]
La inexistencia de mesas electorales en los campos, a pesar de haber implementado el sufragio universal en 1865, excluyó a las masas de procesos de representación. Esta situación prolongó el poder caudillista.
Fue sólo en 1914, mediante el establecimiento de una Ley electoral que por primera vez se hace reconocimiento a los partidos políticos permitiendo la presentación de candidaturas de partidos, “en contraste con las candidaturas individuales que había sido hasta entonces la norma.”[7]
Esto llevó a una mayor participación por parte de los dominicanos en la actividad política.
Con la ayuda de otros avances en la Ley Electoral durante las primeras dos décadas del siglo XX – aumentando mecanismos de participación, estableciendo registros de militantes, etc. - se fueron creando las condiciones necesarias para que se diera una transición de facciones a partidos políticos. Sin embargo, los treinta años de poder de Rafael L. Trujillo (1930-1961) imposibilitó el desarrollo de partidos políticos, por la naturaleza dictatorial de su régimen.
La presencia de un sólo partido, el Partido Dominicano, como brazo legitimador del “Jefe” cerró posibilidad de una comunidad política pluralista y retrasó la transformación de facciones hacia partidos políticos.
Durante la dictadura se registró el surgimiento de partidos políticos y movimientos, pero sólo mediante la clandestinidad y el exilio.
3. En el exilio se formaron el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1939 en la Habana y en 1956 el Movimiento Popular Dominicano (MPD) también en Cuba.
Según Cedeño, realmente, las puertas para la formación de los partidos políticos se abren cuando, después de morir Trujillo, “regresa al país una avanzada del PRD dirigido por el profesor Juan Bosch, la cual llega al país el 5 de julio de 1961.[8]
Así se dio cabida a un periodo de pluripartidismo en el que surgieron nuevos movimientos partidistas.
El profesor Bosch ganó las elecciones de 1962, pero fue derrocado 7 meses más tarde.
El período de inestabilidad política seguido por una guerra civil y una nueva intervención americana, obstaculizaron el desarrollo de un sistema democrático, cohesionado que fortaleciera agrupaciones partidarias existentes.
Luego de los primeros doce años de Balaguer (1966-1978) y con el traspaso por primera vez de mando que se hace de manera pacifica, se habla de una posible transición democrática.
En 1973 el profesor Bosch funda el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), tras su salida del PRD. El PRD se mantiene en el poder de 1978 a 1986 con los presidentes Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco.
De 1986 a 1996 retorna al poder el presidente Joaquín Balaguer, teniendo que acortar su último mandato a 2 años.
Cabe mencionar que las transformaciones económicas experimentadas por el país fueron lentas para traducirse en avances democráticos. Los partidos mayoritarios dominicanos (PRSC, PRD y PLD) surgieron en medio de regímenes políticos autoritarios contrarios a la formación de partidos y que todos, en mayor o menor medida, han reproducido en su desarrollo interno una cultura política marcada por elementos autoritarios y democráticos.[9]
De 1962 a 1996 la vida partidaria y electoral se caracterizó por la lucha por el poder de los tres partidos mayoritarios (y sus lideres Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez) en medio de calamidades económicas, temores por fraudes electorales y una ausencia del relevo político.
Las luchas políticas centradas en las irregularidades de los procesos electorales, a principios de los noventa, impulsó a una mayor participación electoral. Se empezó a formar una amplia sociedad civil que luchó por la transparencia en los comicios e influyó en los cambios legislativos del sistema electoral.
4. Tras la muerte de Peña Gómez, Bosch y Balaguer, los partidos políticos dominicanos están pasando por un proceso de reorganización interna, en busca de liderazgos y legislación comprensiva.
En la actualidad, hay alrededor de 25 partidos políticos. Sin embargo, sólo unos cuantos mantienen un rol de oposición activa. Los otros tienden a salir durante la época electoral.
Los partidos minoritarios a pesar de que, generalmente, no tienen un gran peso en los resultados electorales (el número de votos obtenidos oscila entre 1 y 7% del total de los votos), representan una parte importante en la victoria de los partidos mayoritarios por medio de la conformación de alianzas.
Muchos partidos minoritarios están en una constante búsqueda de espacios en el sistema de partidos para acceder al poder y cumplir sus proyectos políticos. 2.
Base jurídico-legal La participación partidaria es reconocida como un derecho por la Constitución dominicana en la Sección I, De los derechos individuales y sociales, bajo el acápite 7. El mismo, establece: “La libertad de asociación y de reunión sin armas, con fines políticos, económicos, sociales, culturales o de cualquier otra índole, siempre que por su naturaleza no sean contrarias ni atentatorias al orden público, la seguridad nacional y las buenas costumbres.”
Los partidos políticos dominicanos se rigen bajo la Ley Electoral 275-97. Esta ley forma parte del “Pacto por la Democracia” mediante el cual se establecen mayores reformas en materia de partidos y electoral, incluyendo la no reelección consecutiva. También se destaca el rol y las facultades de la Junta Central electoral (JCE) como ente reguladora de los partidos.
Esta ley determina toda la vida partidaria incluyendo la formación, reconocimiento, funcionamiento finanzas, delegados, fusiones, alianzas y extinción de los partidos.
En la última década, que ha visto 6 certámenes electorales (3 presidenciales y 3 municipales y provinciales) se han evidenciado algunas limitantes de la legislación en cuanto al comportamiento de los partidos.
La falta de mecanismos de control y fiscalización de los partidos por parte de la JCE impulsó a actores de la vida política y de la sociedad civil a entablar un diálogo.
Anteproyecto de Ley de Partidos Políticos y Agrupaciones Políticas Organismos como la Comisión Presidencial para la Reforma y Modernización del Estado (COPRYME), luego Consejo Nacional de Reforma del Estado (CONARE), y Participación Ciudadana a finales de los 90 impulsaron una serie de conversatorios, seminarios y talleres sobre los partidos políticos.
Estos eventos culminaron en la edición del Anteproyecto de Ley sobre los partidos. Este proyecto demuestra una de las tendencias actuales dentro de los partidos: que es fortalecer los procesos de democratización interna. Por ejemplo, hace hincapié en la necesidad de reglas estatutarias que propicien un ejercicio político transparente. Igualmente, introduce un régimen penal que hace explicitas las sanciones si se viola la presente ley.
Este proyecto no resuelve por si mismo todos los problemas que afectan el sistema de partidos, pero representa un importante avance en materia institucional. José Ángel Aquino afirma que la clave para la solución a largo plazo de estas cuestiones, está en la cultura política e institucional, en la voluntad de los actores claves del proceso y en proveer a los organismos de control de los instrumentos y la potestad legal necesaria para desempeñar sus funciones.[10]
El anteproyecto de ley se encuentra en el Senado desde hace ocho años en espera de ser aprobado. 3.
Crisis de partidos y estudios sobre preferencias partidarias Varios autores coinciden con la idea de que los partidos políticos dominicanos – en consonancia con lo que ha pasado en otros países de la región - se encuentran en un periodo de crisis. Una de las explicaciones frecuentes es que los partidos se encuentran en un momento de relevo generacional que les impone el reto de sobrevivir con una efectiva incidencia en la sociedad.[11]
Según Cedeño, la crisis se debe a la falta de cinco factores: democracia interna, responsabilidad, gobernabilidad, moralidad, liderazgo moderno y eficaz.[12]
Otros como Rosario Espinal favorecen una explicación que se acerca más a una época de transformaciones dentro de los partidos y menos a una de crisis.
Algunos de los más recientes estudios sobre los partidos políticos arrojan datos interesantes sobre su raigambre en el país, a pesar de su tumultuosa trayectoria. De acuerdo con el Barómetro de las Américas, dentro de un estudio patrocinado por la Agencia para el Desarrollo de Estados Unidos (USAID) en 2006, la República Dominicana registra un 60.4% de simpatía partidaria, uno de los niveles más altos en Latinoamérica.
En ese sentido, la participación electoral es mayor entre las personas que dicen simpatizar por un partido que entre quienes no simpatizan.
En las elecciones presidenciales del 2004, votó un 85% de los que dicen tener simpatía por un partido, comparado con un 72% de quienes no tienen simpatía.
Estas cifras muestran el apego hacia los partidos políticos como factor determinante para ir a las urnas. También demuestra la raigambre que tienen los partidos en el país.
6. 4. Tendencias actuales Luego de un patrón generalizado en América Latina donde la preocupación se ha movido de la esfera electoral (temores sobre fraudes han dejado de dominar la esfera política), otros aspectos de la participación política emergen. De acuerdo con Zovatto, el financiamiento de los partidos y las campañas electorales nace como un tema nuevo dentro de la agenda política regional.
Otros importantes aspectos dentro de la agenda de los partidos políticos y de manera específica en los dominicanos están:
• Mecanismos de rendición de cuentas. • Procesos de descentralización. • Financiamiento político. • Transfuguismo. • Sincronización con la sociedad civil.
La cooperación internacional es otra tendencia actual en los partidos políticos dominicanos. Organismos como USAID, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Unión Europea (UE) han canalizado fondos para el fortalecimiento de los partidos políticos, incluyendo aspectos como la participación femenina y el poder local.
Se busca crear estrategias para mejorar el funcionamiento de los partidos, desde la perspectiva de la cooperación internacional, diseñando fórmulas y estratégicas que rebasen el ámbito, exclusivamente nacional. 5.
Grandes líneas prospectivas Los partidos políticos dominicanos, a pesar de los grandes avances en los últimos diez años en materia organizativa, tienen la gran tarea de introducir mecanismos que hagan sus procesos más transparentes, institucionalizados y democráticos. Oviedo afirma que los partidos dominicanos, ciertamente, han contribuido a desarrollar un nivel básico de institucionalidad y niveles significativos de estabilidad política y macroeconómica, pero lo han hecho en conjunción con lógicas de apropiación del Estado y distribución de privilegios y favores que disminuyen su potencial como formadores de estado.[13]
Para Jiménez Polanco, dada la importancia de los partidos como uno de los principales mecanismos institucionalizados de acceso al poder político, su fragilidad organizativa constituye uno de los grandes obstáculos que enfrenta la democracia dominicana en la construcción de un orden político que engarce las demandas sociales con los requerimientos de la crisis económica.[14]
Además de los retos a nivel legislativo e institucional de los partidos políticos un importante desafío es también la capacidad de éstos de transformase y adaptarse acorde con las nuevas exigencias que surgen en el mundo globalizado.
Según Garretón, los partidos deben ser capaces de desarrollar nuevos mecanismos de negociación y concertación, y, al perder el antiguo rol integrador, deben establecer nuevos canales, vínculos, lazos con la sociedad civil, que les permitan, a través de coaliciones más amplias, constituirse en agentes de representación efectivos entre la sociedad civil y el Estado.[15]
De manera general, los partidos dominicanos tienen la gran tarea de encauzarse hacia cumplir su rol como representantes de los intereses de la mayoría de los ciudadanos, abriendo espacios de comunicación entre las distintas entes de la vida política.
Bibliografía 1 [1] Manuel Alcántara Sáez, Instituciones o máquinas ideológicas? (Institut de Ciences Politiques i Souals, Barcelona) 2004, Pág. 30. [2] Víctor Livio Cedeño, Los partidos políticos en la República Dominicana, (Editora Diálogo, 2da edición, Santo Domingo, 1999), Pág. 110. [3] Jacqueline Jiménez Polanco, Los partidos políticos en la República Dominicana: Actividad electoral y desarrollo organizativo, (Editora Centenario, Santo Domingo) 1999, página 45. [4] Jiménez Polanco, Pág. 55. [5] Jiménez Polanco, Pág. 45. [6] Jiménez Polanco, Pág. 62. [7] Amaury Justo Duarte, Partidos políticos en la sociedad dominicana (1844-1998), (Editora Universitaria UASD, Santo Domingo) 1998, Pág. 12. [8] Cedeño, pg. 112. [9] Jiménez Polanco, Pág. 453. [10] José Ángel Aquino, “Anteproyecto de ley de partidos políticos y agrupaciones políticas”, en Democracia y Partidos Políticos: Legislación y Expectativas de Cambio (Participación Ciudadana, Santo Domingo) 2002, Pág. 312. [11] Onofre Rojas, en Introducción de Primer ciclo de conversatorios sobre los partidos políticos frente al cambio, (Editora Cantera Rápida, Santo Domingo) 1999. [12] Cedeño, Pág. 28. [13] José Oviedo, “Los partidos políticos y la construcción del Estado: Elemento de diagnostico para el cambio”, en Democracia y Partidos Políticos: Legislación y Expectativas de Cambio (Participación Ciudadana, Santo Domingo) 2002, Pág. 225. [14] Jiménez Polanco, Pág. 11.
8. [15] Manuel Antonio Garretón, “La indispensable y problemática relación entre partidos y democracia en América Latina”, en La democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, (PNUD, Buenos Aires) 2004, Pág. 83.
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PERIODISMO DOMINICANO
Idel Moro es Lic. Ramon Nuñez Moreta - Periodista. egresado UASD.